El dragón




Solo entró, cerro la puerta, comenzó a gritar y me di cuenta de que debía colocarme la armadura pero sin espada, por qué no quería lastimar lo. Me estaba enfrentando a un dragón que aunque me golpeaba, escupía fuego en mí y me lastimaba de tal forma que solo me hacia llorar, sabía que no lo iba a lastimar, busque ayuda y la caballería no demoró pronto en venir.
Al pasar el tiempo creí haber lo derrotado, pero hoy sé que no fue así por más que quisiera siempre iba a estar presente claro está su tamaño ha sido reducido, pero eso no impide que mi corazón sea lastimado.
Por más que intente correr, pelear a escudo y espada, no logre absolutamente nada, solo el tiempo pasaba y me iba acostumbrando a vivir con ese dragón.